Páginas

martes, 10 de junio de 2014

Proyecto de Vida


Hace casi dos años, dentro del programa de desarrollo personal DPOP  de @CIVSEM, tuve que elaborar mi “Proyecto de Vida”, un compromiso con uno mismo que se comparte en público con el resto de compañeros de viaje.
Dicen que somos más fieles a nuestros compromisos si los hemos adquirido en presencia de otras personas, especialmente más cuanto menos familiares sean esas personas.
Creo que es un buen ejercicio para cualquiera, (y os animo a elaborar el vuestro) pues te induce a  recapacitar sobre tus verdaderos deseos, te ayuda a definir  objetivos y te motiva a dirigir tus pasos en la dirección que realmente deseas.
Yo comparto aquí aquel compromiso que para mí sigue vigente, para que siga guiándome en mi propósito, como un faro al que siempre pueda mirar.

Estoy sana,  no vivo en guerra, tengo alimentos, un hogar,  con grifos por los que sale agua potable; no tengo que emigrar a otro país  arriesgando mi vida, no sufro malos tratos ni penurias, y puedo comprar medicamentos cuando los necesito.
Definitivamente soy una afortunada en este reparto diario de vidas y almas, y sólo desde ese agradecimiento  me siento capaz de pedir más. Solo desde la responsabilidad de hacer la mejor jugada con las cartas que me han tocado. Por  respeto, por solidaridad, por amor.
Le pido a la vida sentirme en paz, le pido vivir sin miedo, le pido tener fe, le pido tener la fuerza  que da el creer en uno mismo. Le pido conservar la paz interior, residir en ese estado del alma en el que el entorno fluye contigo, en el que tus deseos son órdenes para tu realidad, en el que te sientes insignificante  y a la vez  importante y único en el universo del que formas parte.
Yo me comprometo aquí a alimentar ese estado del alma, y a persistir en mantener el rumbo, con positivismo, con alegría, con la perspectiva de un naturalista que sonríe al observar el ajetreo del hormiguero, siendo a la vez la hormiga y el observador, obteniendo de esa observación la  sabiduría y la paz que me hacen falta para hacer mi humilde aportación a este mundo.
No sé dónde me llevará la vida, pero si sé que mi camino pasa por participar en el cambio de consciencia que está teniendo lugar.
Traemos consciencia al mundo cuando aprendemos a ser conscientes. Así la consciencia crece y se multiplica. Enseñar a las personas a dar el primer paso para esa mirada interior que es el principio de la responsabilidad me hace feliz, aunque de cada grupo de personas a las que enseñe a relajar su mente y su cuerpo solo unos pocos sigan avanzando por el nuevo camino abierto. Cada cual tiene su tempo, y yo voy sembrando semillas.